El logo de tu empresa es el elemento principal de la marca que identificará tu actividad y la filosofía de tu negocio. Da igual que hablemos de un pequeño restaurante, un empresa de formación o una gran compañía de distribución. El logotipo tiene que ser original y claro, fácilmente reconocible y construido de acuerdo con la personalidad de la marca.
Por eso, antes de ponernos a trabajar en diseño, ¿cuáles son las preguntas principales que nos debemos hacer?
– ¿Cómo es la identidad corporativa de mi competencia y empresas con actividad similar? Como es obvio, tendremos que estudiarlas en profundidad para evitar utilizar recursos parecidos. Pero, además, debemos analizarlos para conocer cuáles están bien posicionadas y son referente. A partir de ahí, trazaremos caminos atendiendo a criterios de innovación.
– ¿Cuáles son los valores de mi marca y, entre ellos, cuál es el que me diferencia de la competencia? Es muy importante, de forma previa al diseño de una marca, tener claro el ideario: la suma de los valores que nos identifican y a través de los cuales queremos que nos reconozcan. Y, por supuesto, entre ellos, identificar el valor principal que nos diferencia.
– ¿Qué perfil profesional va a identificar mi marca? Aunque en grandes compañías este dato no es tan relevante, en pequeñas empresas y negocios autónomos puede convertirse en un aspecto clave porque muchas veces casi hablamos de una marca personal. Por tanto, es importante que el equipo que representa la empresa se sienta a gusto e interiorice la imagen corporativa.
– ¿Quiénes y dónde están mis clientes y proveedores? El sector al que nos dirigimos, la tipología de cliente, el ámbito geográfico de actividad son elementos muy a tener en cuenta.
– ¿En qué soportes aparecerá mi logotipo principalmente? No es lo mismo una tienda online cuyo soporte principal será web o una empresa dedicada a la elaboración de productos frescos donde el packaging será el soporte más visible.
Por supuesto, cada marca es un mundo y, por tanto, la consultoría previa que realicemos se adaptará a cada una de ellas. Pero como norma general debemos preguntarnos: qué hacemos, cómo somos, con quién nos relacionamos, como nos comportamos y a dónde queremos llegar. Tenemos que olvidarnos de gustos personales y centrarnos en lo que será una marca sólida y única que se diferencie en el mercado.
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